Ayer por la mañana vi en la Plaza Nueva de Granada a Pablo, el guia que conocí en la Alhambra.
Decidimos ir a tomar un colacao juntos y mientras estábamos hablando vino el chico que distribuye el “20 Minutos” , mi atención se paró de repente sobre un artículo de primera página que hablaba de la fiesta de la primavera y del mega botellón que se había organizado.
Después de haber leido el artículo, Pablo me contó su opinión sobre el tema, me dijo que a él le gusta el botellón, que lo ve un óptimo instrumento de reunión donde los jóvenes se divierten y pueden conocer facilmente a mucha gente.Obviamente mi opinión era completamente diferente a la suya, así le dije que para mi el botellón es sólo una mala costumbre y que sería mucho mejor perderla. Dije también que este ritual lo llevan a cabo los jóvenes muchos días a la semana.
Le conté que yo como todas mis amigas, veíamos el botellón como el entretenimiento de moda y que por esto ibamos allí para encontrar a los chicos más guapos. Como cuando teníamos catorce años y la mayoria de las veces bebiamos un montón, no porque nos gustara sino para demostrar que éramos chicas que no temíamos nada.Terminé preguntandole cuántas personas conocía que no bebiesen. Él obviamente, después de pensarselo un poco, me contestó que ninguna.
Pero me dijo que cree que no es el botellón el problema y que muchos amigos suyos no se van al botellón, sino que se quedan en casa pero también beben como locos.La única diferencia es que en casa no hay la posibilidad de conocer otra gente.
Me paré a pensarlo un poquito pero todavía no he logrado entender qué es lo bueno de estos botellones tan de moda entre los jóvenes actualmente.
Decidimos ir a tomar un colacao juntos y mientras estábamos hablando vino el chico que distribuye el “20 Minutos” , mi atención se paró de repente sobre un artículo de primera página que hablaba de la fiesta de la primavera y del mega botellón que se había organizado.
Después de haber leido el artículo, Pablo me contó su opinión sobre el tema, me dijo que a él le gusta el botellón, que lo ve un óptimo instrumento de reunión donde los jóvenes se divierten y pueden conocer facilmente a mucha gente.Obviamente mi opinión era completamente diferente a la suya, así le dije que para mi el botellón es sólo una mala costumbre y que sería mucho mejor perderla. Dije también que este ritual lo llevan a cabo los jóvenes muchos días a la semana.
Le conté que yo como todas mis amigas, veíamos el botellón como el entretenimiento de moda y que por esto ibamos allí para encontrar a los chicos más guapos. Como cuando teníamos catorce años y la mayoria de las veces bebiamos un montón, no porque nos gustara sino para demostrar que éramos chicas que no temíamos nada.Terminé preguntandole cuántas personas conocía que no bebiesen. Él obviamente, después de pensarselo un poco, me contestó que ninguna.
Pero me dijo que cree que no es el botellón el problema y que muchos amigos suyos no se van al botellón, sino que se quedan en casa pero también beben como locos.La única diferencia es que en casa no hay la posibilidad de conocer otra gente.
Me paré a pensarlo un poquito pero todavía no he logrado entender qué es lo bueno de estos botellones tan de moda entre los jóvenes actualmente.